sábado, 19 de agosto de 2017

La noche oscura.


"A las tres en punto de la madrugada un paquete olvidado tiene la misma trágica importancia que una sentencia de muerte. Y en la verdadera noche oscura del alma siempre son las tres en punto de la madrugada, día tras día”.  Scott Fitzgerald. The Crack-Up.

En la noche oscura del alma no hay diferencia entre lo banal y lo importante. Todo es sencillamente terrible, angustioso.
La oscuridad oculta la luz y poco importa que haya sido la tenue habitual de cada día que alumbra a seres felices o un  gran resplandor místico.

¿Por qué ocurre? ¿Por qué cae esa noche? 

Se implora a Dios en el desierto y en los monasterios: “Deus in adiutorium meum intende. Domine ad adiuvandum me festina”. “Festina”, hay prisa. Se apura a Dios mismo, a veces repetidamente, al modo hesicasta, esperando que ayude a salir de la angustia, a atravesarla de una vez, a ver la serena luz del día, cuando sólo queda su recuerdo sofocado por la noche.

San Juan de la Cruz nos mostró que es desde esa “seca y oscura noche de contemplación, el conocimiento de sí y su miseria”, “a oscuras en pura fe”, que podrá iniciarse en serio el camino al encuentro de lo divino. En pura fe. Sin esa confianza esencial en la vida, aunque no se concrete en modo religioso, la tentación suicida puede acontecer.

Con el alma en tinieblas, el cuerpo queda inerme, des-animado, muerto en vida sin el soplo esencial, sin la integración en el color del mundo.

¿Por qué cae esa noche?

El razonamiento no sirve, se pierde en vericuetos inútiles. Y es que no se trata del cuerpo o del espíritu, sino del alma misma enfrentada a su sombra. 

Ya nos lo dijo François Cheng, “L’esprit raisonne, l’âme résonne”, una gran diferencia. Es desde el alma, desde su peculiar insistencia a través del lenguaje más primario, menos intelectual, más asociativo, que alguien podrá decirse si hay un otro que acepte escucharlo.

Ahí reside el valor del psicoanálisis, término hermoso y acertado, porque no se refiere al cuerpo ni al espíritu, sino que alude al alma misma, a la ψυχή . No es “cognitivo”, no busca un encuentro de diálogo sobre la lógica irracional a través de un razonamiento, aunque implique un supuesto saber. No es “conductual”, pues no pretende adiestrar en una calma que atienda a la superficialidad del síntoma. 

Atiende al alma misma, que es dicha corporalmente, en un discurso a trompicones que parece olvidarse de lo esencial, a la vez que no cesa de repetirlo en alusiones simbólicas.

No deja de ser una vía purgativa, purificadora.

“L’esprit raisonne”. Sin duda, el razonamiento propio puede ayudar. Y esa ayuda podrá facilitarse desde el razonamiento de otros, siendo inestimable el auxilio filosófico. Pero no bastará ante la insistencia de lo menos conocido del alma y que, a la vez, es lo más propio de ella y que requerirá una gran dosis de humildad para asumirlo.
 
“L’âme résonne”. Una resonancia que implica una extraña mezcla de gracia, de don, y de activa pasividad. Pasada la larga noche, y sabiendo que en cualquier momento las tinieblas podrán volver, se sabrá ya un poco mejor cómo aceptarlas, incluso valorarlas, esperando siempre que, quizá gracias a ellas, una vez disipados restos narcisistas, el alma resuene cada vez mejor con la música cósmica, divina.

9 comentarios:

  1. Querido Javier:
    “La noche es más profunda de lo que el día ha pensado”, escribió Nietzsche en uno de sus misteriosos y sugerentes aforismos. Lo adopté como epígrafe para un libro que escribí hace unos años, porque sorprende cuánto puede caber en una frase tan breve. En cierto modo, el contrapunto de Cheng se le asemeja: “El espíritu razona, el alma resuena”. Claro que sí. La iluminación del razonamiento no alcanza a expresar las resonancias del alma, que en ocasiones se estremece bajo el peso de esa “noche oscura” a la que te refieres.
    En este punto, no puedo menos que volver al paradigma freudiano: Eros y Thanatos, el deseo de vida y la silenciosa atracción de lo oscuro. Muchas fueran las almas en las que resonó la fatal oscuridad que nos empuja hacia la destrucción: Genet, Rimbaud, Artaud, el propio Fitzgerald con el que comienzas tu comentario, Hemingway, Malcolm Lowry, y tantos otros. Pero más allá de estos nombres que cuyas noches perduran debido a que en ellas encontraron no solo la muerte sino también la fuerza de la creación, están los seres anónimos, aquellos que nos interrogan como lo haces tú: “¿Por qué cae esa noche?”. ¿Por qué, un buen día el alma se oscurece, el cuerpo “se des-anima”, y sobreviene el impulso suicida? ¿Qué circunstancias operan para que la fuerza de Thanatos, que solo anhela retornar a lo inanimado, logre destronar el reinado de Eros? ¿Por qué Celan y Primo Levi logran sobrevivir aferrándose a los mínimos restos de Eros, y años más tarde se abandonan a la noche que cae sobre sus almas? No tenemos una respuesta segura a estas preguntas. Pero la sola posibilidad de plantearlas son el testimonio fehaciente de que solo la necedad -y a veces hasta la mala fe- pueden conducir a que personas que se autodefinen como “científicos” se sientan autorizadas a creer que las sombras del alma pueden escudriñarse con los modernos instrumentos nano tecnológicos.
    Un abrazo,
    Gustavo Dessal

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    1. Querido Gustavo,
      Muchas gracias por tu comentario del que destaco dos cuestiones.
      Una, la que remite a Levi y Celan. Lo desconocía. Creo que hay una fuerte tentación en muchos (me incluyo) a pensar que, si se atraviesa una etapa dura, ya todo queda resuelto. Y no.
      Leí en su día “El hombre en busca de sentido” de Frankl. Parecería que, tras haber superado lo que ese hombre dice haber pasado, ya queda inmunizado y hasta puede ayudar a otros. Y, como él, otros. Y no. Uno puede haber sobrevivido a lo peor… y caer cuando nadie se lo espera. Si tú, a quien considero sabio, no lo sabes, no seré yo quien intente aproximarse a una respuesta, quizá imposible.
      ¿Por qué? Tal vez ese enigma nos facilite la humildad de reconocernos como frágiles, muy alejados de lo que pueda considerarse un “progreso” biográfico.
      Otra cuestión es la del abordaje científico. Podríamos decir, aunque sea con un poco de exageración en algunos aspectos, que la ciencia no sabe de nosotros, que no sabe de lo humano. O dicho de forma muy cruda, que todo lo humano le es ajeno. Es cierto que la ciencia nos permite una mejor medicina, vivir más (al menos en nuestro medio), disfrutar más (a pesar de las derivas narcisistas e idiotas propiciadas por la técnica) y, esto me parece importante, conocer mejor una flor, como decía Feynman. Pero a la hora de tocar lo psíquico, lo singular, el qué de cada cual, la ciencia calla o dice tonterías.
      Por cierto, ¿en qué libro usaste esa frase de Nietzsche?
      Un abrazo,
      Javier

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  2. Nunca se me ocurriría pensar que el razonamiento puede agotar lo real, menos aun lo imaginario, aunque sí es una muestra de lo simbólico, al menos en sus aspectos lógico y semiótico, y si esas tres cosas son un nudo difícil de separar quizá sea porque todo es real en la medida en que nos afecta, o que media en la comunicación y en la relación. La poesía expresa mucho mejor ese fondo, oscuro o luminoso, que nos acompaña, pero cuando uno ve la dificultad que conlleva el diálogo y la comprensión, no puede por menos que dar la razón a Wittgenstein cuando dice que de lo que no se puede hablar es mejor callar (o al menos, digo yo, es mejor si no es para cambiar el modo en que suceden las cosas). No está negando su existencia. Es como por ejemplo hablar del nuevo continente, que ya era viejo para los indios, hasta qué punto “descubrir” algo no es colonizarlo.
    Yo también creo que Primo Levi y Celan lo que no pudieron soportar fue la indiferencia, la indolencia que se esconde tras los discursos, el fracaso en la búsqueda de ese otro, la necedad con la que una buena parte de la ciencia y otros saberes (no me importa incluir también el filosófico) demasiadas veces miran y emiten juicios.
    Me quedo con esta frase del post: “es desde el alma, desde su peculiar insistencia a través del lenguaje más primario, menos intelectual, más asociativo, que alguien podrá decirse si hay otro que acepte escucharlo”. Me parece una hermosa reflexión, aunque también me entristece; y recuerdo unos versos de un poeta que dice algo así como que basta con ser quien le conoce a la vida sus malas costumbres y, aun así, sigue hablándonos de mares. (al decirlo así, sin citar los versos, pierde su sonoridad, ya no parece lo mismo, ese es el problema del análisis, sea del tipo que sea, y su lenguaje). También hay otro escritor que dice que hay que plantearse el suicidio si, paseando por el supermercado, descubres que la mostaza te hace feliz, o si empiezas a considerar las desventajas del poema de amor…(en fin, cuando ya no creas en nada)
    Un abrazo,
    Marisa

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    1. Muchas gracias, Marisa.
      Excelente comentario el tuyo que incide en el valor de lo poético como expresión de ese “fondo que nos acompaña”.
      Desde que la leí, me pareció muy acertada la expresión de Wittgenstein a la que te refieres. Lo que ocurre es que necesitamos hablar incluso aunque sea mejor no hacerlo. Bueno, una alternativa es el puro silencio monástico o eremítico, pero hay que servir para eso.
      Estoy fuertemente inducido, tanto por tu comentario como por el de Gustavo, a leer a y sobre Levi y Celan. Me gusta lo que dices: quizá lo insoportable al final sea la necedad humana ¿Para qué tanto sufrimiento? ¿Sólo para encontrar la estupidez?
      Y sí. Si, al final, el subidón de serotonina (o lo que sea) te lo produce ver tu mostaza preferida en el supermercado… Bueno, dejémoslo ahí.
      Un abrazo,
      Javier

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  3. Yo creo que el concepto genérico del alma hace alusión a la esencia más primaria, a la naturaleza intrínseca, directa, lo más esquemáto y esencial del interior del hombre. Y esa alma deshinibida en un estado de compenetración profunda con la profundidad de la noche, de la psiquis desposeída de la razón y del razonamiento, donde la realidad puede ser todo y nada a la vez, denota lo impensable en condiciones objetivas. Es la vida dando un vuelco a las entrañas más profundas, es la negación del yo-imagen-identidad social y la unión con las fuerzas místicas y más poderosas del subconsciente. Freud investigó acerca de la psique, del yo, del ello y del superyó como estados o capas hondas del inconsciente ligados a las intenciones de la mente, su discípulo discóbolo, Jung, acerca del insconsciente colectivo y los arquetipos intrageneracionales, Marx acerca de la alienación como condición de clase ligada a la explotación en el modo capitalista, fuera de toda adaptabilidad con la realidad social más justa o idónea para el desarrollo de la vida...o algo totalmente incompatible con lo que proclaman los filósofos humanistas, ejemplo, Ortega y Gasset "El hombre y sus circunstancias". El alma comporta un individualismo tan introspectivo y subjetivo a la vez, recobrando protagonismo en la oscuridad de lo anímico que todo aquellos misterios indescifrables se vuelven pragmatismo y ejemplos prácticos, se materializan. Puede ser un terror o una alegría. El misticismo no conoce de temas adecuados. Y aquí no siempre existen los amigos, los afines o los que comprendan. Cada cual asumirá sus perspectivas y sus anhelos porque serán los propios de uno. Uno se puede sentir más parte del universo y de la divinidad si se desprende de todas las concepciones mundanas, superficiales y circunstanciales. Como bien planteas en el penúltimo párrafo: "L’esprit raisonne”. Sin duda, el razonamiento propio puede ayudar. Y esa ayuda podrá facilitarse desde el razonamiento de otros, siendo inestimable el auxilio filosófico. Pero no bastará ante la insistencia de lo menos conocido del alma y que, a la vez, es lo más propio de ella y que requerirá una gran dosis de humildad para asumirlo"...(...). yo lo interpreto como que para llegar al entendimiento con otros, es necesario analizar el alma desde la humildad, desde la desnudez, sin enmascaramientos.
    Excelente reflexión analítica y filosófica.
    Un abrazo

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    1. Agradezco mucho tu hermoso y profundo comentario, Marisa. Me parece especialmente lúcido ese contraste que presentas, tras Freud y Jung, entre Marx y Ortega.
      Subrayo esto que dices y que da que pensar: “El misticismo no conoce de temas adecuados”.
      Y me parece magnífica la reflexión final que apunta a la humildad entendida del mejor modo, a desnudarse de la hojarasca para entender al otro y, a la vez, a uno mismo.
      Un abrazo,
      Javier

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    2. En estos momentos que parece que estamos en el fondo de esa noche oscura, brillan estas maravillosas reflexiones nacidas desde la inteligencia y desde el fondo de las almas desnudas de toda ficción o máscaras.
      Una abrazo a todos por vuestras palabras , desde Barcelona

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    3. Con Barcelona en el alma estamos, amigo Jordi.
      Un abrazo,
      Javier

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  4. ¿QUIERES VER A DIOS?
    ¡LEE ESTO!
    Las tres cosas que te alejan y
    Las tres que te acercan a Dios
    - El exceso de alcohol te aleja de Dios
    - El exceso de drogas te aleja de Dios
    - El exceso de sexo sin amor también te aleja de Dios
    Las tres que te acercan a Dios
    - Ama a tu prójimo como a tí mismo
    - Aprende a perdonar y
    - A ser humilde
    Eternamente
    Joaquín Gorreta Martínez 62 años

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